domingo, 24 de abril de 2011

Cristianismo

Deuteronomio 28:22 El Señor te castigará con tisis, fiebre, inflamación, ardores, aridez, quemadura y pulgón que te hostigarán hasta que desaparezcas.



Pero Dios es amor.

miércoles, 20 de abril de 2011

Invierno en mi Corazón

Mi mente fluye a toda velocidad, y ante mis ojos pasan decenas de imágenes claras y evidentes, que se unen formando una sola imagen: su sonrisa, su sinuoso y grácil cuerpo, su indomable y larga melena castaña, su bello rostro...

Pero mi ser permanece neutro, ajeno a todo, mientras sus imágenes se juntan con las de él, y la ira se convierte en un todo y, tras ese breve espasmo de odio, indiferencia, como una arisca llanura despoblada.

Y mi cerebro viaja a un tiempo pasado en el que era feliz, aferrándome a esos recuerdos maravilloso, pese a que todos, incluida mi propia consciencia, me avisaban de la perfidia de su traición.

Pero yo no quería oír, y mucho menos ver. Ella era mi ninfa, la Diosa perfecta que calentaba mi frío corazón.

Y llegó el día en que toda la verdad me golpearía a la cara, cuando quise darle una sorpresa visitándola en su piso. Encontré la puerta entreabierta, y la abrí con precaución, dispuesto a sorprenderla amorosamente.

Al entrar, diversos gemidos y gritos llegaron a mis oídos. Mi primera intención fue gritar, pensando que la estaban atacando, pero mi cuerpo fue incapaz de reaccionar, poseídos por un sentimiento extrañamente morbos. Así que avancé, crucé el oscuro salón y me asomé a su dormitorio, de donde provenían los ruidos.

Lo que contemplé, bajo la oscuridad iluminada por las ventanas, sobre la cama donde tantas noches había dormido, destrozó mi alma: dos siluetas, demasiado conocidas para mí, unidas como solo harían unos amantes. Retrocedí sobre mis pasos, extrañamente incapaz de sentir nada. Quizá, en el fondo de mi corazón, ya lo sabía.

Allí permanecí durante unos minutos que parecieron eternos, la mirada perdida, vagando entre mis sentimientos, con su danza de amor como banda sonora. Y los sentimientos, surgiendo: Tristeza, desesperanza, ansiedad, desengaño, ira…

Entonces supe lo que había de hacer y entrando en la cocina, cogí el cuchillo más afilado que pude encontrar, y todo terminó.


Vi su sangre desde el lecho caer, no sentí pena alguna ni jamás la sentiré, pues es Invierno en mi Corazón.