Oscura dama teñida de azabache, inexorable destino intrínseco a cada uno de nosotros.
No hay persona, desde el rey al mendigo, que pueda jactarse de haber contemplado tu rostro y sobrevivido para contarlo. Angustia de los padres que lloran a sus hijos perdidos, símbolo inquebrantable del paso del tiempo.
De ti dijeron muchas cosas y cierto sabio en la antigüedad, no sin razón, afirmó que no hay por qué temerte; cuando tú llegues, yo ya no estaré, y no sufriré tu llegada más que en las carnes de aquellos que más quiero.
Este sabio no se equivocaba, desde luego, pero: ¿Qué hay a ciencia cierta tras de ti?
Tal vez, la nada y el infinito vacío entre el espacio y el tiempo, para toda la eternidad.
Qué quieren que les diga: la eternidad es demasiado tiempo para mí.
miércoles, 1 de junio de 2011
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Chulísimo
ResponderEliminarque chulo!
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