Mucha gente, a lo largo de los siglos, ha dedicado su vida entera a la búsqueda de la perfección.
Algunos, su propia perfección; una vida de locura, angustia y sufrimiento les espera, con la sombra de su inevitable fracaso persiguiéndoles a cada paso que dan. Y después, la indolente promesa de un final demasiado temprano.
Otros, la buscan más allá. Son los llamados profetas, los mesías. Y si, en cierto modo, llegan a encontrarla en sus mentes delirantes y enfermizas, pero el camino acaba siendo el mismo de siempre. Miles de personas, locas de furor y delirantes, llevando la muerte de su perfección a aquellos que no quieren compartirla.
Y ahora lo veo tan claro. La perfección existe... siempre ha existido, oculta y a la espera de mostrarse. Y nosotros somos incapaces, realmente, de sentirla hasta que no sentimos nunca más. Presente, tan inevitable e incomprendida ¿Quién puede negármelo?
Ahora lo sé por fin; es la muerte tan perfecta.... Suerte que adore mi imperfección.
martes, 17 de mayo de 2011
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